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Normalmente tendemos a pensar erráticamente que los problemas de los niños se resolverán por arte de magia cuando crezcan, que a pesar de lo que pueda parecer no son importantes. Nada más lejos de la realidad, por lo general los problemas no resueltos a una edad temprana le acompañarán toda su vida. Está clínicamente contrastado que los problemas en el niño pueden manifestarse en edades adultas.

Por este motivo, cuando observemos conductas anormales para su edad, bien porque presente un exceso de timidez o un desinterés inusitado por lo que le rodea, o porque se comporte de forma violenta (ira excesiva, rabietas intensas o frecuentes, desobediencia sistemática, etc.), o tenga un miedo exacerbado a estar solo, es conveniente acudir a un especialista. El psicólogo infanto-juvenil nos facilitará herramientas, habilidades y pautas concretas para enfrentar el problema.

Incluso algunas veces, cuando se trata de niños muy pequeños, no es necesario que el niño acuda a la consulta del psicólogo. Según los casos, solo serán necesarias algunas sesiones orientativas dirigidas a los progenitores para cambiar hábitos y modificar conductas indeseables en el niño.

En cualquier caso, aunque una adecuada comunicación entre padres e hijos resulta primordial, hay casos en los que puede no resultar suficiente para resolver según que problemas. Es en estas situaciones cuando es recomendable acudir al psicólogo infanto-juvenil con el menor, abordando la cuestión con naturalidad y sin ocultar la finalidad de la visita. Si los niños son pequeños se les puede plantear como un juego en el que los padres y el terapeuta jugarán con ellos.

Problemas psicológicos más comunes en la infancia.

La ansiedad infantil aparece cuando los niños sienten que la experiencia que viven en un momento determinado les sobrepasa, sin que haya una solución clara o relativamente fácil de abordar. Cuando esto sucede suelen percibir determinados estímulos como amenazas que le generan un miedo intenso. Estas amenazas pueden ser reales o percibidas solo por el niño.

Algunos de los signos más distintivos de la ansiedad infantil son preocupaciones excesivas, dolencias físicas como pérdida de apetito o dolor de cabeza e hiperactividad e inquietud en las actividades diarias.

¿Cuáles son los síntomas más comunes de la ansiedad en los niños?

La ansiedad es un estado de agitación del ánimo, de perturbación, una angustia que un niño no puede controlar y que termina afectándole al comportamiento. Un niño con ansiedad puede ‘encerrarse’ en su mundo y negarse a comunicarse o por el contrario, estallar en un torbellino de ira (mediante un berrinche o una conducta agresiva).

Los niños más imaginativos, los que tienden a exagerar las cosas, los niños que están permanentemente en alerta, a la defensiva y los que tiene problemas para controlar las emociones, son más propensos a sufrir ansiedad. Estos son los síntomas más comunes de la ansiedad en los niños:

  1. Taquicardias, nerviosismo.
  2. Dificultad para respirar.
  3. Sudoración excesiva.
  4. Mareos.
  5. Tensión muscular.
  6. Dolor de estomago.
  7. Preocupación excesiva.
  8. Problemas de autoestima.
  9. Dificultad para concentrarse.
  10. Pensamientos negativos.
  11. Ataques de hambre.
  12. Tics nerviosos.
  13. Sensibilidad excesiva.
  14. Movimientos repetitivos.
  15. Fobias o miedo intenso.

 

La depresión infantil es un trastorno del estado de ánimo acompañado de conductas disfuncionales que puede afectar a niños y niñas por igual. Cuando se prolonga en el tiempo puede interferir en distintas áreas de su vida. Se estima que aproximadamente un 5% de los niños y adolescentes tendrán un episodio depresivo antes de cumplir los 19 años.

Los síntomas de la depresión infantil pueden incluir irritabilidad elevada, ira u hostilidad extrema, tristeza frecuente o episodios de llanto, sentimientos de desesperanza, disminución del interés en actividades, aburrimiento persistente, falta de energía o cansancio, aislamiento social o falta de comunicación, autoestima baja o sensación de culpa y sensibilidad extrema al rechazo.

Los tratamientos de la depresión infantil se basan en una combinación de psicoterapia y medicación. La psicoterapia puede ayudar al niño o niña a expresar sus emociones, a mejorar su autoestima y a desarrollar habilidades para afrontar los problemas. La medicación puede aliviar los síntomas de la depresión y regular el estado de ánimo. El tipo y la dosis de medicación se deben ajustar según las necesidades y la respuesta de cada paciente.

Es importante que los padres, madres o cuidadores estén involucrados en el tratamiento de la depresión infantil. Ellos pueden ofrecer apoyo, comprensión y afecto al niño o niña, así como colaborar con el equipo terapéutico y seguir sus indicaciones. También pueden beneficiarse de recibir orientación y asesoramiento sobre cómo manejar la situación.

La depresión infantil es una condición seria que requiere atención profesional. Si sospechas que tu hijo o hija puede estar sufriendo de depresión, no dudes en consultarnos. Cuanto antes se inicie el tratamiento, mejores serán las posibilidades de recuperación y prevención de complicaciones futuras.

Los comportamientos problemáticos en los niños suelen ser conductas aprendidas, por lo general por imitación, que se pueden modificar y ser eliminadas por completo. Suele tratarse del principal motivo de consulta en la psicología infanto-juvenil. Se caracterizan por un comportamiento disruptivo, desafiante o agresivo que interfiere con el desarrollo normal y las relaciones sociales. Algunos síntomas comunes son:
  • Desobediencia,
  • Berrinches.
  • Mentiras.
  • Robos.
  • Peleas
  • Falta de empatía.
  • Sentimientos de culpa.

Los problemas de conducta pueden tener diversas causas, como factores biológicos, familiares, escolares o ambientales. Para tratarlos, es importante consultar con un profesional que pueda evaluar el caso y ofrecer un plan de intervención adecuado. Algunas estrategias que pueden ayudar son: establecer normas y límites claros, reforzar las conductas positivas, ignorar las negativas cuando sea posible, enseñar habilidades sociales y emocionales, y brindar apoyo y afecto al niño.
El sueño es una parte fundamental para el desarrollo físico y mental de los niños. Sin embargo, muchos padres se enfrentan a dificultades para lograr que sus hijos duerman bien y suficiente. ¿Qué son los problemas del sueño en niños? ¿Cómo se manifiestan? ¿Qué se puede hacer para mejorar la calidad y cantidad del sueño infantil? Los problemas del sueño en niños son alteraciones que afectan el patrón normal de sueño-vigilia de los pequeños. Estos problemas pueden ser de tipo conductual, como resistirse a ir a la cama o despertarse frecuentemente durante la noche, o de tipo fisiológico, como el insomnio, la apnea del sueño o el síndrome de piernas inquietas. Los síntomas de los problemas del sueño en niños pueden variar según el tipo y la gravedad de la alteración, pero algunos de los más comunes son:
  • Dificultad para conciliar o mantener el sueño.
  • Somnolencia diurna excesiva.
  • Irritabilidad, ansiedad o depresión.
  • Problemas de atención, memoria o aprendizaje.
  • Alteraciones del humor, del comportamiento o de las relaciones sociales.
  • Bajo rendimiento escolar o laboral.

Para tratar los problemas del sueño en niños es importante consultar con un especialista que pueda realizar un diagnóstico adecuado y descartar posibles causas médicas o psicológicas. Además, se recomienda seguir una serie de medidas higiénicas del sueño que favorezcan el descanso nocturno, como:
  • Establecer una rutina regular y relajante antes de ir a la cama.
  • Evitar las pantallas, la cafeína y las comidas pesadas antes de dormir.
  • Mantener un ambiente oscuro, silencioso y confortable en el dormitorio.
  • Respetar los horarios y las necesidades de sueño según la edad del niño.
  • Fomentar hábitos saludables de alimentación, ejercicio y exposición a la luz natural.

Los problemas del sueño en niños son frecuentes y pueden tener consecuencias negativas para su salud y su bienestar. Por eso, es importante detectarlos y tratarlos a tiempo con la ayuda de un profesional y siguiendo unas pautas adecuadas que mejoren la calidad y cantidad del sueño infantil.

Otras recomendaciones y programas específicos.

Todos hemos oído o dicho alguna vez aquello de «los niños son como esponjas» en referencia a su capacidad de aprendizaje, y es cierto, pero también lo es que hay que ayudarles a desarrollar todas sus capacidades y comprender mejor el mundo que les rodea. Como decía una conocida publicidad de neumáticos ─La potencia sin control no sirve de nada─, más aún, puede resultar perjudicial.

El cerebro de un niño hasta los 6 años de edad es más receptivo y puede adaptarse y reorganizar sus funciones con una gran ductilidad. Está es una ventaja que aprovecha la Atención Temprana, que se puede aplicar desde el nacimiento hasta los 6 años. Existen dos clases de atención temprana: la terapéutica, cuando el niño presenta algún problema en su desarrollo, y la preventiva, cuando el niño o niña a pesar de estarse desarrollando correctamente de momento, presenta signos de riesgo de sufrir algún trastorno a corto o medio plazo.

La atención temprana favorece el desarrollo de los niños y niñas menores de 6 años ayudándoles a desarrollar su inteligencia emocional, a mejorar sus funciones motoras y a aprender a interactuar con los demás. De modo que, si presentan algún tipo de problema en su desarrollo pueden mejorar mucho, y en bastantes casos incluso resolverse por completo, siempre que se actúe con rapidez. Cuanto antes reciban atención temprana, ya sea preventiva o terapéutica, mucho mejores serán los resultados que obtendremos. Si es posible recibir atención temprana nada más nacer, mejor que esperar a que cumpla un año.

Otros programas específicos que ofrecemos en Psicología Corbacho orientados a la psicología infanto-juvenil son:

  • Técnicas de estudio.
  • Evaluación de la inteligencia.
  • Altas capacidades.
  • Asesoramiento a los padres.

 

Desde nuestro centro terapéutico te animamos a que nos pidas ayuda, el psicólogo infantil puede brindarte estrategias y herramientas adecuadas a las necesidades de tu hijo o hija y las tuyas y las de tu familia para superar las dificultades que siempre se dan en el desarrollo normal de los niños y adolescentes.

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